La rueda de la fortuna
Tras la excursión del ermitaño a las montañas de la contemplación, la vida vuelve a alcanzar al hombre. La vida sin control: a veces sube, luego baja de nuevo – aparentemente caótica, sin patrón, sin mérito, sin más. Hay personas afortunadas que se ven arrastradas a la cima y personas desafortunadas que parecen no tener éxito en nada.
Si el ermitaño ha aprendido la lección de la humildad, también ha aprendido: un surfista no puede cambiar la ola, es demasiado poderosa para ello. Pero puede ser un hábil surfista y montar la ola, sin importar su naturaleza.
La Rueda del Destino nos enseña que el ego que hemos construido con tanto cuidado en las primeras cartas, desde el mago hasta el carro, a veces es mejor dejarlo fuera. Resistirse es inútil, la resistencia sólo crea dolor.
Tengan fe en el mundo y déjense llevar por la ola, aprendan a surfear y no a hundirse, entonces la vida empieza a ser realmente divertida. Y después, en algún momento, también aprenderás a utilizar las olas existentes para alcanzar la meta de tu voluntad divina, una ola tras otra, con paciencia, perseverancia, flexibilidad y sólo un poco de agua salada en la boca y la nariz.
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